Ubicada en la Plaza Roja de Moscú, la Catedral de San Basilio ha sido una maravilla arquitectónica y de diseño, ya que nadie puede identificar sólidamente la fuente de inspiración de las torres. El edificio fue construido a finales del siglo XVI por orden de Iván el Terrible. Los colores deslumbrantes no comenzaron a añadirse hasta casi un siglo después de la finalización de la construcción. En la Rusia del siglo XVII, el uso de colores brillantes se volvió extremadamente popular.
Esta catedral casi no sobrevivió: Stalin quería demolerla, pero el arquitecto Piotr Baranovsky al que se le había encomendado el encargo se negó rotundamente. Baranovsky cumplió 5 años de prisión por su protesta, y San Basilio es ahora un museo y una codiciada atracción turística.