Ahhhh verano. Desde nuestra niñez, el verano fue una época encantadora y mágica que nos dio la libertad de estar obligados a sentarnos en un salón de clases. Estábamos libres de esta limitación de nuestro tiempo y, en cambio, podíamos explorar y aprender del aire libre. Esta mentalidad continúa hasta la edad adulta, ya que muchos de nosotros nos tomamos unas vacaciones y disfrutamos de un tiempo libre de las rutinas de la oficina.
El clima cálido abre un mundo de posibilidades de disfrute sensual, desde lamer el helado derretido que gotea sobre el cono de gofre hasta sentir el viento azotar tu cabello mientras realizas un viaje por carretera en el convertible. También puede ser desde detectar gotas de sudor mientras tomas el sol hasta el calor del fuego mientras haces una barbacoa. Un momento fugaz se sucede a otro, hasta que de repente el verano termina y volvemos a nuestras rutinas.